Las banderas me matan: una reflexión sobre fotografía terapéutica.

Ayer por la tarde, de camino a una sesión de fotos en matadero Madrid, se cayó esta bandera, pasando a escasos centímetros de mi cabeza. Y no lo digo con ánimo de exagerar. Llovía. Miraba el teléfono con una mano y con la otra sujetaba un paraguas de esos pequeños que caben plegados en el bolsillo. De pronto, el paraguas se había doblado por varios sitios y un ruido ensordecedor detuvo mis pasos. Miré a mis pies. Encontré una bandera con un mástil de varios metros tendida en el suelo, que juraría que no estaba allí segundos antes. Levanté la cabeza y todo el mundo venía hacia mi con la cara desencajada. Incluso una señora que acababa de adelantar saliendo del autobús, parecía que venía a increparme por haber pasado tan rápido a su lado. Pero no. Venían a preguntarme si estaba bien. Y realmente no a confirmarlo sino a desmentirlo. Uno de los operarios municipales que estaba colocando la bandera traía unas pizeas rotas  en la mano para certificar el accidente. Yo como continuaba con el teléfono en la mano, casi sin poder articular palabras, me puse a hacer fotos. No muchas, porque también quería levantar la cabeza del suelo y recabar más pistas del suceso.

Después, mientras esperaba a mi modelo para la sesión de fotos, me puse a revisar las fotos de la bandera y compartirlas por wapp con personas muy cercanas. Había pasado algo que no entendía y parecía importante, y con el ánimo de entenderlo, mis primeos movimientos consistieron en transformar el suceso en imágenes y compartirlo con mis seres queridos.  Interesante, ¿verdad?

Las imágenes nos ayudan a comprender, a volver a situaciones e indagar en lo que pasó, concretamente en cómo nos sentimos respecto a lo que ha sucedido. Elementos que todavía quedan latentes para nuestro entendimiento gracias a las imágenes esperan a ser revelados. Este es el poder de las imágenes, el poder de ayudarnos a comprender lo que nos sucede y fhacernos la vida un poquito más fácil y real.

De esta experiencia he sacado dos ideas para recordar:

  • La primera es que en la vida a veces pasan cosas inesperadas que te ponen los pies e la tierra, o en el cielo indistintamente. La existencia es relativa a lo desconocido y no podemos esperar tener el control sobre todo lo que nos sucede. La libertad de uno mismo, empieza allí.
  • La segunda, es que nunca me habían gustado las banderas y ahora entiendo el porqué. No desarrollaré más fobia de la que ya tenía a estos paños de colores hipnotizantes, pero ratifico mi preocupación hacia ellas.

 

Un comentario

  1. Jaaa ja ja ja!!! Si vas al MATADERO, ¿qué esperas?
    Por suerte podemos reirnos del suceso ;-))) Haces bien en darle una interpretación existencial al asunto.
    De vez en cuando nos viene bien un toque de atención así (sin consecuencias, claro) para recordarnos que, como bien dices, no controlamos una M****. Cualquier instante puede ser el último. Puede que nos sirva para relativizar los problemas y preocupaciones cotidianas… para centrarnos en lo verdaderamente importante.

    Un abrazo maestro y gracias por dedicarme una tarde de tu talento.

    Saludos,

    Jota.

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