¿Humanismo digital?

A raíz de un artículo que leí hace unos días en El País y de las imágenes que componen la campaña publicitaria de un banco importante, he pensado hacer una pequeña reflexión sobre esta idea tan paradójica e ilusionante.

Vivimos días intensos. Parecen, de esos que hacen época. Estamos viviendo una pandemia mundial y quizá un cambio de escenario global. La sociedad se remueve y la cultura adolece en medio de una situación marcada como nunca por la incertidumbre. Y aquí estamos, más que menos, deseando que venga un tiempo mejor y en muchos casos, también pensando en como reinventarnos.

Reinventarnos

Reinventarnos ante una sociedad que se prevé más digital que nunca. Si todo cambia hacia donde apuntas todas las quinielas, sin entrar en juicios de valor, parece lógico pensar que habrá que adaptar hábitos, costumbres y estrategias a la “nueva norma.lidad”. Las estrategias que más me preocupan son las relacionales. Porque como seres humanos que somos, nos alimentamos, nos movemos y sentimos, pero sobre todo nos relacionamos.

Hemos necesitado a otras personas para crecer y desarrollarnos (también para nacer y en muchas ocasiones, también para morir) durante más de 25.000 años.

Aprendemos en relación a otros: imitamos, experimentamos, validamos, valoramos, aceptamos, criticamos, rechazamos y amamos… todo esto en relación con otras personas (por interacción, por medio de tercerceros, de recuerdos, de lecturas, gracias a la imaginación..), hasta ahora.

Humanismo

Ahora ha llegado el Humanismo digital, toda una oportunidad de revisar las formas y necesidades relacionales entre personas así como de las relaciones que generamos con aparatos e Inteligencias artificiales. También es una oportunidad de oro para revisar lo que el humanismo ha significado para la humanidad y puede aportar al momento actual.

Viajando un poco en el tiempo, me fascina el impulso que supuso el humanismo para la Europa medieval, en aquel entonces, sumida en un estancamiento cultural con políticas feudales y monarquías autoritarias. Sí, eso era lo que había detrás de las hazañas de caballeros valerosos y princesas complacientes. Personas sin derechos, ni conciencia siquiera de ello; analfabetas en su mayoría y dependientes de líderes autoritarios para gestionar sus escasos bienes. De hecho, en aquella época, las personas eran ellas mismas los “bienes” de las clases privilegiadas… En ese contexto, nació en Italia un movimiento que buscaba promover una ciudadanía dinámica. Una ciudadanía enfocada en potenciales individual y colectivo, donde el derecho y la educación iban a tener un papel crucial.

El efecto de esta forma de ver el mundo cambió los sistemas de gobierno en casi toda Europa, allanando el camino hacia las democracias modernas. También se generaron valores universales que han cristalizado en propuestas como la conocida Declaración Universal de Derechos Humanos.

En definitiva, en medio de unos tiempos oscuros, el humanismo facilitó la perspectiva necesaria para imaginar de nuevo el mundo y pensar el papel que teníamos las personas en el. Habrá quien dirá que dejamos de mirar al cielo para mirarnos el ombligo, pero en mi opinión, fue un acto de madurez. Desde entonces el sentido de responsabilidad se ha vuelto central y nos ha ayudado a desarrollar con vehemencia la ética, compañera inseparable de la libertad.

Humanismo digital

El humanismo es un movimiento con un gran trasfondo. No se quedaba en lo superficial y no puede hacerlo ahora. Celebrar el nuevo humanismo como la oportunidad de sustituir el contacto físico por el virtual es cuando menos, una mirada superficial. Pensar que la mediación tecnológica es la forma más idónea para relacionarnos o que es la opción ideal para atender nuestras necesidades emocionales o intelectuales, creo que sería cuando menos inexacto.

Nacemos visuales, emocionales, sensibles, intelectuales, creativos, sociales…. Y las actividades que realizamos, aquellas que nos colocan en relación con el mundo, son claves para nuestra identidad y bienestar. Creo que el humanismo digital tiene un gran reto que consiste en valorar los actuales y enormes intereses comerciales e industriales desde una óptica pro-humana. Si la perspectiva de este nuevo humanismo obvia esto, creo que podríamos acercarnos más a una neo edad media que a un nuevo renacimiento de los valores y conocimiento humanistas. Porque si las normas y valores que rigen nuestra sociedad no buscaran el beneficio de las personas en primer lugar, sino que nos pusieran a las personas como entes consumidores o bienes consumibles para otras entidades, habríamos perdido la libertad que tanto ha costado ganar y mantener.

Tenemos una oportunidad histórica de volver a hablar de humanismo con el humanismo digital. Hagámoslo bien, con el acento en la parte humana.

Imagen, inspiración e ideales

En este sentido, creo que la imagen publicitaria de esta entidad bancaria, para inspirar el ideal humanista, podría buscar visualizar una mayor conexión entre las personas y enfocarse menos en el hecho tecnológico, que lleva integrado una forma de aislamiento sugerido por la posición, corporalidad y relación formal de las figuras. Claro, siempre que sea esto lo que se quiere expresar bajo este nuevo humanismo.

¿Porqué es esto importante?

Porque como decía Wittgenstein, el lenguaje participa en la construcción de nuestra realidad y en el lenguaje visual esto sucede todavía con mayor énfasis.

El anuncio se vuelve significativo con el reconocimiento inconsciente de elementos previamente implícitos en las personas que lo miran, y el uso de estos en la imagen, se integra y normaliza de forma inconsciente. Dicho esto, podemos seguir que la publicidad participa de nuestra “educación” social y que aquello que integramos nos servirá para construir los acontecimientos de nuestro futuro. Y como no valoro positivamente la promoción social del aislamiento individual o de la dependencia (tecnológica o de cualquier otra índole) ni bajo mi perspectiva actual ni bajo la perspectiva humanista, creo que es importante afinar con mayor claridad los mensajes: especialmente los visuales, espacialmente cuando hablamos de humanismo y especialmente cuando vienen desde entidades con capacidad de impacto sobre el resto de la sociedad.

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