Resúmen del taller de fotografía participativa “De manifiesto” en la jornada: Experiencia y participación desde la fotografía, en Sala Rekalde

 

La semana pasada tuve la oportunidad de conducir un taller de fotografía participativa en la jornada sobre arte y participación que organizaba  la Fundación Social Ignacio Ellacuria, en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao, Médicos del Mundo, Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto y Sala Rekalde.

Fue una jornada interesantsima que paso volando. Todas las personas que participamos, viniendo de muy diferentes ámbitos, compartimos experiencias y proyectos en los que la fotografía viene dando voz a colectivos de personas que a veces no tienen la oportunidad de expresarse o a tener cierta visibilidad social. Todos coincidíamos en el potencial que tiene la fotografía para tender puentes entre las personas, más allá de las palabras;  y pensando un poco más en las personas en  particular, creo que todos, en algún momento, nos habíamos dado cuenta de lo fuertemente que las fotografías nos acercan a las emociones y a los recuerdos.

Todos hemos experimentado alguna vez este acercamiento íntimo que la fotografía nos propicia con nosotros mismos,  por ejemplo, viendo fotos de un álbum familiar

Además, cada vez más, todos hacemos y compartimos fotografías con los demás, usándolas como una forma de comunicación directa y llena de matices que las palabras por sí solas no pueden explicar.

Con estas idea en la cabeza, en el taller de fotografía participativa que realicé, mi intención consistía en hacer una propuesta expresiva con la fotografía como medio de comunicación interna y externa, a las personas que asistían al taller. Para esto, a partir de un conjunto de obras de arte expuestas en Sala Rekalde, realizamos un ejercicio fotográfico, gracias al cual los participantes podían entrar en contacto y reflexionar sobre la impresión que les causaba la obra, creando imágenes nuevas.

Uno de los aspectos más interesantes de este proceso para mí, consistía en que esto se realizaba con la ayuda de los compañeros  del taller, de forma que todos juntos sumaban para la creación de estas nuevas imágenes.

 

La experiencia que viví como conductor del taller fue realmente enriquecedora gracias a la implicación de todas las personas, que se tradujo en un ambiente muy agradable y fluido durante toda la actividad y que suponía un fin en sí misma. Por otro lado, el compromiso que todas las personas adquirieron con el grupo fue decisivo, y se notó sobre todo en la creatividad y la coherencia de las propuestas visuales que se realizaron.

Creo que fue una forma muy cercana y agradable de experimentar en la propia piel, algunas de las ideas que todos los participantes traían de sus propias prácticas y también, algunas de las reflexiones que habíamos realizado en las presentaciones anteriores de la jornada.

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